miércoles, 12 de septiembre de 2007

Bienvenida



Bienvenidos sean mis fieles enemigos, mis triunfos y mis perdidos. Aquí , en este vacío de solo forma y solo sombras propongo mi visión, comparto mis vivencias y mis verdades, para que horrorizados, atónitos y escandalizados, rían un poco del corazón que los late y los forma.
Sin duda algún soberbio estudiante de historia o un simple lector del mulato sr Dumas, reconocerá mi rostro, mi afrancesado bigote, mi distinguido porte que tan cruelmente manipuló en tiempos pasados los caprichos de un rey adolescente y forjó con cuerda y sangre los tiempos venideros. Pues ese soy yo. El Famoso Cardenal Richelieu, hombre de sus tiempos, villano complaciente, amante del engaño y, pero por sobre todas las cosas, producto infame de su contexto.
Como bien sabrán, he muerto ya una vez, he sido enterrado y festejado, pero entiendan bien que no todo es contingencia y las personas no solo son de carne y hueso, sino que encarnan momentos y fuerzas más allá de nuestro entendimiento. Hoy, más de cuatrocientos años después, me vuelvo a encontrar en este mundo. En un lugar que, aunque todavía no entiendo cómo ni por qué, me ha invocado con fuerza suficiente para soplar el polvo que se acumulaba en mis huesos. Mi nueva morada, llena de pasadizos y oscuridades, es la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, ubicada en la calle Púan del vecindario de “caballito”. ¿Por qué he despertado aquí? No lo sé, pero sin duda veo en su barbuda y adolescente población, el poder que alguna vez ya tuve y que sin duda me ha estado llamando a través de los umbrales de la muerte.
De esta forma doy las gracias, a todas esas moralinas de café, a todos esos suéter del norte, a todas esas barbas y hormonas que militan sin fe, a todos esos profesores resignados y libros no leídos que desde está autónoma morada rezaron en sus sombras el encanto que me trajo de vuelta al mundo. Sus pecados serán agradecidos, en el oscuro corazón que late en mi pecho, desde alguna olvidada oficina del cuarto piso de la facultad.
Muchas gracias y espero pronto integrarme a sus filas de reyes adolescentes a la espera de un cardenal.


Richelieu